lunes, 30 de marzo de 2009

Cumplir 25


No se cumplen años todos los días. Por eso lo celebramos. Y el vigesimoquinto aniversario no es como los demás aniversarios; tiene algo de especial, tal vez por significar un cuarto de siglo. Si a ello le sumamos los últimos acontecimientos con los que la vida me ha agraciado, había motivo para celebrarlo de la manera más especial posible.

Había motivo. Y tanto que ha sido especial; el mejor de mi vida, sin duda. Porque he podido contar con todas las personas que pretendía, y todos ellos me han sorprendido con originales e inesperados regalos y muestras de afecto.

Para empezar, los Scouts decidieron juntarse una tarde para producir casi una comedia de largometraje, parodiándome y grabándose en vídeo, para luego, por sorpresa y tras una reunión, pasarme el rodaje ante mi estupefacción. Durante los 30 minutos que duró no pude cerrar la boca de incredulidad. Óscar al mejor vestuario y el mejor guión, sin duda.

Durante las Fallas he podido quedar con la gente de clase, con quienes empiezo a sentirme integrado y parte de ellos mucho tiempo después de romper con la rutina universitaria por mi exilio de dos años. También recibí sus felicitaciones.

La familia y los amigos de siempre, nunca fallan.

Pude pasar un par de horas con mi hada madrina en la Nit del foc. Poder verla cada vez que a su tierra vuelve, no se puede pagar con nada en el mundo.

David nos hizo cena en el Café Teatro La Passion, muy rica y por buen precio, y pude estar con personas a las que, aunque desaparecen del día a día por causas del destino, echo de menos igual. Terminé aquella noche bailando en el escenario seducido por un Drag Queen. Son graciosas esas noches que parece que van a terminar la mar de tranquilas, y se te acaba relacionando con gente de dudosa reputación.

Y el colofón, el viaje a Madrid de este fin de semana. Es indescriptible lo bien que me hace sentir esta gente cada vez que estoy con ellos. Se congregan, pierden dinero y tiempo, horas de sueño y incluso algún año de vida... y todo por que voy a visitarles. Me hacen sentir muy especial, y de su pasta están hechos todos los recuerdos de Berlín. Tenemos algo en común, y es que desearíamos, por unas horas, estar grilleando en Volkspark con una Berliner Kindl en la mano, o viendo atardecer un día más desde el puente de Warschauer Straße.

Se me acaban las palabras de agradecimiento con ellos.

Y para redondear la faena, salir con 52,5€ más en la cartera de Torrelodones, coger in extremis un avión que parecía iba a perder, llevar el dinero justo para comprar un billete de metro a casa y una postal de Valencia nocturna, iluminada de este a oeste, a través de la ventanilla mientras aterrizaba en Manises, son la mejor guinda para celebrar unos 25 años que, aunque bien, a cuestas llevo.


P.D.: Me intriga desde tiempo ha lo siguiente: ¿Quién sigue el blog desde Bochum?

domingo, 29 de marzo de 2009

Defectos personales

Para que me conozcas, te impresiono,
para que me recuerdes, te trabajo,
para que me prefieras, te emociono
y para que me quieras, te agasajo.

Si estás triste y sombría, me intereso,
si te noto distante, me involucro,
si advierto algo peor, te pido acceso
al corazón, sin ánimo de lucro.

Con tu brisa a favor, la fiebre crece,
vulnerable, confundo tus señales,
colado por tus huesos, te lo digo.

Nada será, otra vez, lo que parece,
insinuarás que no, y mis credenciales
los tendré que enmendar siendo tu amigo.

martes, 17 de marzo de 2009

Historias de amor material


El enamoramiento

Avecinándose la fecha de mi aniversario, empecé a pensar en algún regalo especial para esta vigesimaquinta edición, que de alguna manera tiene un cariz diferente por alcanzar el cuarto de siglo. De un tiempo a esta parte se me venía antojando un reloj, ya que el que llevo está viejete, roñoso, y es demasiado insulso. Creo que un reloj es un artículo muy personal, que algo dice de la persona que lo lleva, así que ya era hora de retirar el reloj que ya usaba con 17 ó 18 años.

Me dejé caer por el Corte Inglés una de esas tardes en que el consumismo da algo de sentido al tedio de una ciudad desacostumbrada al frío, y fui echando un vistazo por las vitrinas para ponerme al día de modelos, diseños y, antetodo, precios. Al poco de comenzar hubo uno que me llamó mucho la atención. Era de aspecto deportivo, informal y elegante en diseño y correa, en una proporción perfecta y también en perfecta armonía con la combinación de colores negros y naranjas.

Me imaginé con él, y me agradé. Pensé que estaría bien orgulloso de exhibirlo, y todos coincidirían en que habría sido la mejor elección. A continuación me fijé en el precio... y era desorbitante para mis posibilidades. Decepción.

Así que decidí continuar mirando. Había cientos de modelos diferentes repartidos por decenas de marcas; alguno habría similar, alguno me agradaría de la misma manera o más quizá. No me dediqué con mucho ahínco a ello, y pronto me fui con el recuerdo del reloj con el que me había imaginado bien ufano.

Ayer volví a pasarme para hacer una elección definitiva de mi futuro reloj, y acudí en primer lugar al que me había llamado aquel día la atención. Seguía inmóvil, deportivo, informal y elegante, en su vitrina. Su precio también seguía inmóvil.

Y el resto de cientos de relojes, también igual de iguales y discordantes conmigo. Los había más brillantes, más sencillos, con más manecillas, con esferas más aparatosas, con diseños extravagantes, digitales, sobrios, coloreados... Seguro que incluso mejores, pero ninguno me gustaba como el reloj la primera vez. Qué absurdo habiendo tantos.

Entonces pensé que tal vez me hubiera enamorado de ese reloj.


Amor de costumbre

Sucede con algunos discos de música recién salidos que los escuchamos por primera vez y nos dejan un sabor indiferente en la boca. En seguida nos ponemos muy críticos con el autor, del que venimos siguiendo su trayectoria, y decidimos que desde sus 2 ó 3 primeros discos no ha vuelto a hacer nada bueno.

Esto más o menos me sucedió con el nuevo disco de Carlos Chaouen, 'Horizonte de sucesos'. Pero justo el día en que parecía que iba a condenarlo al ostracismo, me pareció injusto no darle otra oportunidad, y me decidí a escucharlo un poco más detenidamente. Repasé sus letras, la heterogeneidad de la música, la complejidad de las melodías y la precisión de las metáforas. Y me pareció un disco mejor.

A días de hoy ya lo he escuchado numerosas veces, y me parece un disco estupendo y completo. Chaouen en estado puro. Entonces pensé que muchos discos nos acaban gustando después de escucharlos muchas veces, como esas personas de las que nos enamoramos a fuerza de disfrutar de cierto tiempo con ellas.

lunes, 2 de marzo de 2009

El efecto mariposa

"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".

Hace un tiempo estuve leyendo viejos apuntes sobre este planteamiento, en cierta manera vinculado a la Teoría del Caos. Matemáticamente viene a decir que la más mínima variación en las condiciones iniciales de un sistema, impide prever la evolución del mismo. Y en cristiano quiere expresar que un ínfimo cambio en el estado de las cosas puede derivar en grandes modificaciones si sus efectos interfieren o se encadenan.

Por eso, cuando en mitad de la noche se ha precipitado sobre mí un tubo de cartón que había colocado encima del armario colgante que reposa sobre de mi cama, en la vigilia me ha dado por pensar qué vuelo de mariposa habría llevado a hacer rodar un nanómetro el tubo que quieto descansaba varios días, para que éste ya, por propia inercia, se cirniese sobre mí.

Y mientras rumiaba sobre ello a lo largo del día, obviamente he llegado a intentar discurrir qué otro aleteo de mariposa pudo desencadenar toda la serie de acontecimientos ocurridos, hasta que esta última semana conseguí mi primer empleo de ingeniero en BP.

Quizá empezó todo tras tomar la decisión de volver a Valencia, cuando aún estaba en Berlín...

Quizá empezara aquella noche de teatro y cena para dos en que me decían que no podía ser, y yo supe que no quería vivir más en esta ciudad...

Pudiera haber empezado el día que marqué "Ingeniería Química" como primera opción en la lista de carreras a elegir, sin saber en absoluto en qué iba a consistir...

Quién sabe si todo empezó cuando, en aquellos campamentos en los que aprendí a ser monitor, me dijeron que con mi esfuerzo y dedicación conseguiría cualquier cosa que me propusiera...

Quién sabe cómo empezó todo... Tal vez siempre estuvo en marcha.

Este fin de semana que termina lamentamos la pérdida de un irrespetuosamente arrollador actor, digamos showman, gallego: Pepe Rubianes. Cerraste los ojos a tiempo, imagino, para no tener que ver lo que había pasado en los comicios gallegos...