viernes, 20 de abril de 2012

Los científicos acorralan al bosón de Higgs

Amor,

Ésta es tu entrada en el blog.

El bosón de Higgs no es más que un marco simbólico para decir una obviedad: que me mueve y me atrae la búsqueda del amor, la felicidad y el equilibrio; el anhelo de convertir lo desconocido en certeza, el futuro en tierra firme. Es también un sitio donde plasmar el asombro de la belleza de la vida, la comunión con algunos pensamientos, el confort del encuentro con el Norte, con lo verdaderamente importante.

En estos días urgentes, de desengaño y confusión, mi manera de decir que no olvido lo esencial.

Que este blog, y en extensión, el bosón de Higgs, haya existido o no, exista o no, vaya a existir o no, no me cambia a mí ni va a cambiar a ningún ser humano. Pasará como una brisa y, después, otras noticias, partículas subatómicas o ideas vendrán a seducirnos con su ser o no ser, estar o no estar.

Pero, ahora bien, mi amor por ti, la felicidad que me das y el equilibrio que conseguimos, la certeza de tenernos al lado, la tierra firme de nuestro futuro... son reales. Son tan reales que a duras penas tienen cabida en este escaparate de sueños. Y es por eso, porque cada minuto de mi tiempo ahora puedo invertirlo en nuestra felicidad, y no necesito invertirlo en el espejismo de felicidad que es hablar de lo irreal.

El pasado sólo debe servir para mejorar el presente. Y el presente son estos casi 600 días juntos. No puedo decirte aquí todas las cosas que en nuestro día a día te confieso, pero lo que claro está es que todo lo que hemos vivido juntos es más real que cualquier bosón que quiera dejarse ser descubierto.

Feliz año y medio juntos, Pa.

Te quiero.