viernes, 25 de septiembre de 2009

Para tocar el cielo

Lo que ayer sucedió no estaba en ningún guión. No estaba ni previsto ni planeado. Ni siquiera concebido o imaginado en mi cabeza.

Volvió Tontxu a Valencia después de 5 años. Y lo hizo gracias al esfuerzo de David, por llevar adelante el programa de eventos de 'La Passión', en especial el ciclo de cantautores. Me hacía ilusión regalar uno de mis libros a uno de los iconos que en su día pusieron música a mi adolescencia, así que teniendo esta inigualable oportunidad, ¿por qué desaprovecharla?

Al poco de llegar, Tontxu recibió, mezcla entre sorprendido y agradecido, mi libro, a lo cual añadí que se trataba de una colección de sonetos que había recopilado, y que quería regalarle, en cierta manera, como muestra de admiración por su carrera. Tomándolo, se dirigió al camerino. Y yo a la segunda fila, donde había un hueco fantástico que me estaba esperando.


La incredulidad fue mayúscula al ver aparecer a Tontxu entre aplausos, llevando mi libro en la mano y colocándolo sobre el atril. Agradeció a la organización la posibilidad de llevar a cabo encuentros de gente afines a este mundillo en un local espléndido como es aquél, y añadió que agradecía el regalo de un libro que un chico le había entregado nada más entrar.

Comentó que lo había abierto por una página cualquiera, y como le había gustado lo que había leído, y además era muy cantable... esto fue lo que sucedió a continuación:


Como veis, Tontxu puso improvisadamente música al primer soneto, y le sirvió como tema de apertura para su cálido concierto de dos horas. Un servidor no cabía en sí de gozo, así que quise agradecerle al terminar el bonito gesto tenido. Estuvimos charlando un rato de Bilbao, de Valencia y de Madrid. Buena gente, sencillo, humilde. Todo una figura de mi adolescencia conversando conmigo.

De vez en cuando la vida te aborda con regalos inesperados y con momentos imborrables para siempre del recuerdo. Al final, la foto de rigor.


¡Gracias, Tontxu!

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El hombre que corría tras su sombra

Extraído de un libro de Jorge Bucay. El bosón de Higgs cumple 50 entradas:

"Muchos maestros de Oriente nos enseñan que somos seres espirituales y que todos nuestros deseos terrenales no son más que la sombra que nuestros cuerpos terrenales proyectan sobre la tierra.

Acompañando esa metáfora, me pregunté un día si en ese planteamiento no está la explicación de mucho, si no todo, lo que nos pasa.

Imagínate que yo decida, siendo fiel a las pautas que la educación de nuestra sociedad de consumo me ha sabido inculcar, correr tras las posesiones que ambiciono o que se corresponden con mi ubicación social, según la norma de mi entorno y mi época.

Si yo representara esa actitud a la luz de la metáfora planteada, sería el equivalente de tomar la decisión de correr tras mi sombra. Ahora bien, si cualquiera tomara tan estúpida decisión, ¿qué pasaría?

Primero, nunca alcanzaría lo que persigue. Segundo, cada vez estaría más lejos. Tercero, lo perseguido cada vez sería más grande.

Cada vez más grande, cada vez más lejos y con garantía de fracaso. ¿No hay peor verdad?

Pero, ¿qué pasaría si ahora me diera cuenta y, girando sobre mis pasos, decidiera caminar hacia la luz, en lugar de correr tras la sombra?

Pasarían, simbólicamente, tres cosas. Poco a poco, la sombra sería más y más pequeña. Cada vez estaría más cerca. Y, finalmente, cuando me acercase mucho a la luz, la sombra desaparecería por completo.

Éste es el camino de este paso, dejar de correr tras la sombre de nuestro deseo de poseer, de acumular, de tener. Caminar en dirección a la luz y dejar que las cosas que deseo me sigan hasta alcanzarme."

sábado, 5 de septiembre de 2009

Mañana no será lo que Dios quiera

El disfraz de Michael Jackson había causado cierta sensación en los carnavales de Rafelbunyol, me atrevería a decir, algo más entre el colectivo masculino que entre el femenino, quien curiosamente se precató, claro que sólo quién la reconocía, de que era una camisa de pioneros la que completaba los atuendos de Rey del Pop.

Me harté de saludar a sorprendidos, que en un alarde de ingenio, preguntaban que qué hacía yo allí si me acababan de enterrar. Pues he venido a lo mismo que tú, no te jode. Beber, bailar, entretenerme viendo los disfraces de la gente... ¿No sabes decir nada más gracioso?

No conseguí encontrar a casi nadie, y la noche se alargó innecesariamente. Tanto, que tengo la sensación de haberme acostado ya con resaca. Al despertar, todo era ropa sucia y desorden a mi alrededor, y auguraba la habitual jornada en que el dolor de cabeza me sobreviene conforme avanza el día, y no al contrario.

He comido algo calentado al microondas. En la tele Rajoy y Rita babeaban por Camps, y éste pronunciaba el discurso más enfervorizado y desmedido que le había visto nunca. Habían arrestado a 16 prostitutas en el barrio de Gracia. Los banqueros británicos y americanos volverían a concederse bonus desorbitados dentro de poco.

He fregado y me he dejado caer en la cama con la meninge a punto de explotarme. Durante unos segundos me he acordado de ella. La he dejado ir sin más. He dado un par de vueltas en la cama, y he cogido el móvil para borrar algunos mensajes del verano. He hecho acopio de fuerzas y me he acercado al centro a comprar un GPS que me permita moverme por Castellón con cierta soltura estos primeros días, y de paso adquirir un artículo que tenía en mente ya hace bastante tiempo.

Al bajar a la calle he descubierto que el verano había terminado de repente. La estampa era melancólica y gris, y un sollozo de lluvia arreciaba confiriéndole más si cabe un aura de tristeza. Las temperaturas habían bajado, y en algún momento incluso he podido llegar a sentir frío.

En el metro iba absorto en la lectura de "Saber peder", de David Trueba. Tragedias cotidianas de gente corriente. A Ariel le estaban enseñando la puerta en su equipo, y Leandro era vejado en su propia casa por la persona que más deseaba. Enseguida he llegado a Colón, y no me he demorado apenas en la compra ni en los paseos habituales por la zona de los libros que habitualmente comporta la visita a un Corte Inglés.

A la vuelta, así, súbitamente, he pensado que es un coñazo buscar. Buscar la Tierra Prometida, buscar el Bosón de Higgs... He pensado así, súbitamente, que es agotador, desesperante. Vaya, que no sirve para nada. También he concluido que no es nada útil perder el tiempo con quien no está dispuesto a perderlo contigo, ni hacer caso a quién no se va a molestar en hacértelo a ti.

Y así, en medio de tan trivial revelación, me he sentido vulgar, prosaico, aunque al mismo tiempo algo más alineado y ordenado con el mundo que gira a mi alrededor. Me ha parecido interesante lo que acababa de hallar, pero enseguida ha llegado mi parada y he salido del metro sin volver sobre el asunto.

He visitado a un amigo para hacer un videomontaje, y me he reído como hacía tiempo que no lo hacía. Son imprescindibles las risas en el día a día. Se han pasado 3 horas volando, y he vuelto a casa únicamente para prepararme una ensalada que, aunque estaba sabrosa, no me ha quitado el mono de carne que tenía. He cogido el maletín de póker y he vuelto a casa de mi amigo donde habíamos organizado una timba.

En la tele Bélgica encajaba 5, y sobre la mesa yo me llevaba 9€. Una partida de esas en que ganas 2 ó 3 veces en un par de horas, pero recoges buena cosecha. He llegado a mi casa, y seguía cayendo la misma melancólica llovizna de la tarde. Ahora sí que ya no quedaba más tiempo. Mañana marcho a Castellón, y hago la primera noche allí.

Mañana cambio de vida, no sé ni en qué medida, ni en qué dirección. Tal vez mañana irá todo bien o mal, o sencillamente irá, sin saber decir muy bien qué criterios tomar para describirme mejor o peor.

En cualquier caso, mañana es el día. Y mañana, como reza la novela más reciente de Luis García Montero,

mañana no será lo que Dios quiera.