La vida de los otros. Nos pasamos el tiempo observando la vida de los otros.
Comenzamos mirando las zapatillas de los otros; qué ropa llevaban puesta. Ahora miramos la marca, la estética, porque por algún motivo que desconozco, pensamos que la ropa de uno tiene mucho que ver con su carácter. Miramos su coche, su casa, su pareja, sus gustos. Cuestionamos sus costumbres. Intentamos incluso cazar de reojo la nómina, averiguar en qué invierten el dinero.
La vida de los otros. Nos pasamos el tiempo criticando la vida de los otros.
Saldrán en televisión y pondrán a parir a quien toque cada vez; criticarán con quién esté, lo que haga, sacarán punta y doblez a cualquier comentario, buscarán la polémica en el roce. Nosotros haremos lo mismo. Pensaremos que qué hortera o qué inapropiado, o tal vez que por qué se complica la vida de esa manera, que cómo tolerar esa actitud, que se ha hecho rico porque es un ávaro. Diremos que qué poco trabaja, qué poca seriedad, o qué exagerado. Que siempre llega tarde sin motivo, que tiene lo que se merece o que es demasiado afortunado.
La vida de los otros. Nos pasamos el tiempo irrumpiendo en la vida de los otros.
Entraremos casi sin llamar, sin pedir permiso; opinaremos sobre cualquier tema que no sepamos y querremos que se nos considere y se nos escuche; meteremos baza, haremos mala sangre; daremos consejos que creemos sabios; buscaremos respuestas en terrenos cenagosos. Intentaremos dar un buen ejemplo, transmitir que lo nuestro es lo mejor, poner solución a ciertos males endémicos.
Así llegaba yo, irrumpiendo en la vida de los otros...
Nos pasamos la vida en la vida de los otros. Pero entrar en la vida de los otros, a menudo, duele.
Yo no quiero volver más a la vida de los otros.
P.D.1.: ¿Quién me lee desde Bochum?
P.D.2.: ¿Quién es el anónimo de las últimas entradas?
Comenzamos mirando las zapatillas de los otros; qué ropa llevaban puesta. Ahora miramos la marca, la estética, porque por algún motivo que desconozco, pensamos que la ropa de uno tiene mucho que ver con su carácter. Miramos su coche, su casa, su pareja, sus gustos. Cuestionamos sus costumbres. Intentamos incluso cazar de reojo la nómina, averiguar en qué invierten el dinero.
La vida de los otros. Nos pasamos el tiempo criticando la vida de los otros.
Saldrán en televisión y pondrán a parir a quien toque cada vez; criticarán con quién esté, lo que haga, sacarán punta y doblez a cualquier comentario, buscarán la polémica en el roce. Nosotros haremos lo mismo. Pensaremos que qué hortera o qué inapropiado, o tal vez que por qué se complica la vida de esa manera, que cómo tolerar esa actitud, que se ha hecho rico porque es un ávaro. Diremos que qué poco trabaja, qué poca seriedad, o qué exagerado. Que siempre llega tarde sin motivo, que tiene lo que se merece o que es demasiado afortunado.
La vida de los otros. Nos pasamos el tiempo irrumpiendo en la vida de los otros.
Entraremos casi sin llamar, sin pedir permiso; opinaremos sobre cualquier tema que no sepamos y querremos que se nos considere y se nos escuche; meteremos baza, haremos mala sangre; daremos consejos que creemos sabios; buscaremos respuestas en terrenos cenagosos. Intentaremos dar un buen ejemplo, transmitir que lo nuestro es lo mejor, poner solución a ciertos males endémicos.
Así llegaba yo, irrumpiendo en la vida de los otros...
Nos pasamos la vida en la vida de los otros. Pero entrar en la vida de los otros, a menudo, duele.
Yo no quiero volver más a la vida de los otros.
P.D.1.: ¿Quién me lee desde Bochum?
P.D.2.: ¿Quién es el anónimo de las últimas entradas?
3 comentarios:
No siempre y no todo, y prefiero pensar que de ese modo poco y casi nunca...
pero la interacción con los demás es inevitable, no?. Tampoco quieras quedarte solo al otro lado, no creo que fueses más feliz... simplemente tendremos que decidir cómo hacerlo (aunque ese "simplemente" no tenga nada de sencillo)
Un beso, Juli :)
I si vols passar de la vida dels altres, xa que vols saber qui te llig des de Bochum i qui et signa, ja faran allò que els donarà la gana, jajaja
Lo de la roba quasi sempre sol funcionar. Si jo veig a un per València amb un polo Lacoste i el collet alçat, o el jerséi nugat a l'esquena, és un pepero fijo.
A mi entrar en la vida dels altres (no en plan maruja) em sol influir positivament, perque de vegades em descobrix coses que m'agraden, i que no coneixia.
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