Me lo dijo una vez mi amigo Joan. Cambiar de vida cuesta tiempo, y dinero.A mí me ha costado algo más. Casi, los lazos de alguna amistad; de milagro, la conservación del buen humor. La paciencia de mi familia y una aureola de auténtica potra son los artífices de que haya aguantado hasta el momento con la fortaleza suficiente.Lo vi como el ojeador que observó por primera vez a Messi, y supo que tenía que traerlo al Barcelona. El piso no tenía ningún mueble, pero sí un potencial increíble. Me imaginé decorándolo con gusto y primor, haciéndome una habitación grande como en Berlín, invitando a cenar a mucha gente en su gran salón, desayunando café con leche y tostadas en el balcón, acostándome con ciertas mujeres en mi cama grande... Era una apuesta muy seria porque, como muchas veces hago en la vida, me enamoré de lo que podía ser el piso, y no de lo que era.Pero el casero aceptó comprar los muebles que le presupuestáramos, y con ello comenzó la gran odisea de la pesquisa de cada mueble con la mejor relación calidad/precio. Ahora, casi con el conjunto de compras cerrado, un consejo: evitad Conforama. Son unos furcios que todavía no me han traído el armario 2 meses después. Conforama, Merkamueble, Factory Colchón, IKEA... Todo ha sido husmeado por nosotros, y cada rato de las tardes lo hemos usado para comprar, traer y montar. En ello se ha ido un par de meses en los que desconecté las neuronas de mi alrededor habitual y las conecté a las cosas del piso. Ahora ya, empiezo a reestablecer el contacto con la gente.El piso está quedando fabuloso. Son 160m2, y Pilu y Blanca que ya lo han visto bien saben que me odian porque lo quisieran para ellas. Todo es más grande que en casa de mis padres, por lo que yo lo considero enorme. En este piso he aprendido a ser decorador, pintor, estucador, electricista, montador... Estoy muy orgulloso de la elección que hice de quedarme a vivir en Valencia, de buscar estos compañeros de piso y de haber casi concluido con éxito el traspaso de vida de un lugar a otro.Así que otro hogar que dará otra lumbre. Una nueva vida que empieza, y yo estoy en el Km. 0 de cualquier camino. Y de un tiempo a esta parte, sonrío menos; desconcierto,
ella no escribe; desaliento,
me falta alguien; desapego,
me desvinculo, desarraigo.
Todo es raro cuando no se está acostumbrado a ello. Ahora que está volviendo la normalidad a mi vida, imploro al orden, a la rutina, a la poesía, a las musas, al amor, y en su defecto, al sexo, a la dignidad de esperar movimientos si ella tiene algún interés en mí, y a esos libros o versos que te arañan el corazón, o esos días que llegan muy muy muy de vez en cuando, que compensan los no tan buenos 364 anteriores.