El próximo 28 de octubre se cumplirá el 9º centenario de la muerte del extraordinario poeta Rafael Alberti, máximo y más longevo exponente de la generación del 27. Y 9 años después, ya nadie habla de él...
No es que nadie hable, sino es que ya nadie PUEDE hablar de él, porque la sociedad mercantil que gestiona sus derechos, El Alba del Alhelí, y que está controlada por María Asunción Mateo, la viuda del poeta, ha decidido poner un sinfín de trabas y exigir incomprensibles permisos y, en numerosos casos, grandes sumas de dinero, para que editoriales, intelectuales, músicos y otros poetas hagan legítimo uso de su legado.
Contra la voluntad del poeta, esté o no con vida, y contra la de la gente que lo admiraba y lo admira, esta sociedad se dedica a impedir reediciones de sus libros, retirar antologías, denegar adaptaciones de canciones o distribución de películas. Para más inri, la oscura tinta de esta especie de Inquisición moderna, mancha además la figura de Gonzalo Sebastián León, hijastro suyo y de su primera mujer, María Teresa León, cuya biografía contando los primeros pasos y las penurias de la familia Alberti en Argentina, fue imposible publicar.
Y es que no hay nada más frívolamente ruín que traficar con la herencia artística de una persona, en especial con la de un poeta, y tratar de engrisecer su memoria mediante vetas a la difusión de su obra.
Pese a que los derechos sobre el autor se quedaron en esta deleznable sociedad, El Alba del Alhelí, su hija Aitana, principal afectada por la forma en que se ha gestionado la herencia cultural de su padre, tenía derecho a contar con una pequeña parte de los beneficios obtenidos. Pero hasta ahora, todavía no ha visto nada. Asegura que ni tan sólo le llamaron para esparcir las cenizas de Alberti, las cuales no sabe ni dónde están.
"A él le hubiera gustado que se arrojaran al mar en la bahía de Cadiz, pero ignoro si se hizo así".
Supongo que con la esperanza de que algún marinero las divisara. Algún marinero en tierra.
Se equivocaban, Rafael. Se equivocaban como la Paloma que te musicaba Serrat en la primera canción del primer disco de su inabarcable obra. Tú sigues en nuestro recuerdo.
No es que nadie hable, sino es que ya nadie PUEDE hablar de él, porque la sociedad mercantil que gestiona sus derechos, El Alba del Alhelí, y que está controlada por María Asunción Mateo, la viuda del poeta, ha decidido poner un sinfín de trabas y exigir incomprensibles permisos y, en numerosos casos, grandes sumas de dinero, para que editoriales, intelectuales, músicos y otros poetas hagan legítimo uso de su legado.
Contra la voluntad del poeta, esté o no con vida, y contra la de la gente que lo admiraba y lo admira, esta sociedad se dedica a impedir reediciones de sus libros, retirar antologías, denegar adaptaciones de canciones o distribución de películas. Para más inri, la oscura tinta de esta especie de Inquisición moderna, mancha además la figura de Gonzalo Sebastián León, hijastro suyo y de su primera mujer, María Teresa León, cuya biografía contando los primeros pasos y las penurias de la familia Alberti en Argentina, fue imposible publicar.
Y es que no hay nada más frívolamente ruín que traficar con la herencia artística de una persona, en especial con la de un poeta, y tratar de engrisecer su memoria mediante vetas a la difusión de su obra.
Pese a que los derechos sobre el autor se quedaron en esta deleznable sociedad, El Alba del Alhelí, su hija Aitana, principal afectada por la forma en que se ha gestionado la herencia cultural de su padre, tenía derecho a contar con una pequeña parte de los beneficios obtenidos. Pero hasta ahora, todavía no ha visto nada. Asegura que ni tan sólo le llamaron para esparcir las cenizas de Alberti, las cuales no sabe ni dónde están.
"A él le hubiera gustado que se arrojaran al mar en la bahía de Cadiz, pero ignoro si se hizo así".
Supongo que con la esperanza de que algún marinero las divisara. Algún marinero en tierra.
Se equivocaban, Rafael. Se equivocaban como la Paloma que te musicaba Serrat en la primera canción del primer disco de su inabarcable obra. Tú sigues en nuestro recuerdo.